ESTRENADO EL 20 DE SEPTIEMBRE DEL 2013 EN EL SOTANO K /25 Y 27.VEDADO
ÉXITO DE PUBLICO Y CRITICA
EN EL 2014 ESTA OBRA VIAJÓ A OPORTO
ÉXITO DE PUBLICO Y CRITICA
EN EL 2014 ESTA OBRA VIAJÓ A OPORTO
Con un elenco de lujo: Mirtha Lilia Pedro
Capo (Estudiante),
Yenglys Veliz Betancourt (Lina), Rogel Rodríguez Ramírez (Hombre
de Arena).
Escenografía y vestuario a cargo de Amílkar Feria.
Dramaturgia, puesta en escena, y dirección general: Rubén Sicilia.
Quizás
muchos puedan reconocer a Rubén Sicilia como un apasionado defensor de las
dicotomías. Ese juego de roles está presente desde Prisionero y verdugo,
el primer estreno de Teatro del Silencio. Sin embargo, el director no se
conforma con presentar los opuestos, sino que se esmera en fusionarlos para
revelar la terrible paradoja de vida. Lo cruel y lo poético, el dolor y el
placer se mezclarían en aquel espectáculo fundacional que dejara las
marcas de una estética que se ha ido perfilando con los años.
Teatro
del Silencio seguiría en la búsqueda de los caminos divididos, de los
claroscuros, de los unos y los otros, de los patriotas y los apátridas, de la
palabra y del silencio, del presente y del pasado. Los siguientes estrenos Juicio
y condena pública de Charlotte Corday, La pasión de Juana de Arco y Huellas
de Caín dan vida a personajes controvertidos que desde su antiquísimo
lugar en la memoria incitan al dramaturgo a cuestionar los devaneos actuales.
Aún persiste en El cerco esa connotación extrañamente mítica,
filosófica y existencial de los montajes anteriores, sin embargo el director
parece situar la mirada en el futuro. Sicilia se niega a hablar del
presente desde el presente mismo y se lanza a presagiar el horizonte como el
ojo del águila adivina la presa.
Más allá
de una visión apocalíptica de los días que vendrán, creo que Rubén Sicilia
nos provoca una vez más con esa dualidad que tiene cada una de sus puestas. Ese
aliento contradictorio que nos hace pensar en Charlotte como heroína y
asesina, en Juana de Arco como santa y guerrera o en Caín como hermano y
traidor. Es lo que convierte El cerco en una obra tan feroz como
poética.
El cerco puede
ser también un espacio de libertad, una manera de reinterpretar la realidad y
asumirla desde el campo de batalla, como quien alza la bandera de la paz con un
grito de guerra, como quien se resiste a perder las utopías y por eso juega a
matarlas en el teatro. De eso se trata, de la terrible paradoja de vida.
Agradecemos a todos los que tengan a bien divulgar este mensaje. Estamos abiertos a toda institución, festival o persona interesada en contactar con nosotros para posibles funciones o intercambios.
Contacto: Rubén Sicilia (diario), o en Google: Teatro del Silencio